Madre Maria Amparo del Sagrado Corazón

Nº 101 Segundo Semestre 2021

Nº 100 Primer Semestre 2021

Nº 99 Segundo Semestre 2020

Nº 98 Primer Semestre 2020

Nº 97 Segundo Semestre 2019

Nº 96 Primer Semestre 2019

María Amparo Delgado García nace el 30 de octubre de 1889 en Cantalapiedra (Salamanca), donde treinta años más tarde fundaría un monasterio de clarisas dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.

Desde muy niña sintió deseos de consagrarse por entero a Dios; ya a los 10 años recibió del Señor una visión que, aunque no comprendió por entonces, sí entendió que encerraba la voluntad de Dios para ella y para todas las almas que Él mismo asociaría a este proyecto de su Corazón: “Era una casa semejante a un convento, pero estaba fundado sobre un río de gracias… Me pareció ver cómo llegaban las almas en figura de palomas […], pero no bebían en el río sobre el que estaba edificada la casa, sino en el mismo Corazón de Jesús, que las acogía con amor entrañable”.

Siendo ya clarisa en el Monasterio del Corpus Christi de Salamanca empezó a comprender que en aquella visión se le estaba revelando la fundación de un convento, en la que ella sería el instrumento elegido por Dios. Pero, ¿cómo? Ni los medios, ni la salud física de Sor María Amparo eran prometedores. “Para Dios nada hay imposible”: se obtuvieron los permisos de Roma, se consiguió una casita en Cantalapiedra…

Y llegó la hora de partir, contando por todo haber con un sí confiado en los proyectos del Corazón de Jesús.
Nueve años más tarde, habiendo aumentado considerablemente el número de hermanas, la Comunidad se trasladó al monasterio edificado de nueva planta en la misma villa de Cantalapiedra. El gran celo de M. María Amparo por la unión y profunda caridad
entre las hermanas sirvió de fundamento en la edificación espiritual de la Comunidad, avalada por su propio testimonio de abnegación y entrega al Corazón de Jesús. Consumida por la enfermedad y abrasada por el amor a Dios muere el 6 de julio de 1941.

Muchos son los testimonios de seglares y religiosos que la conocieron y fueron partícipes del amor de Dios que irradiaba su persona. Igualmente, son numerosos los testimonios de personas favorecidas por su intercesión desde el Cielo.