Inauguración del Año jubilar del Sagrado Corazón

El 31 de mayo de 2020, D.m., se cumplirán 100 años de la fundación de nuestro Monasterio. Con este motivo, respondiendo a nuestros deseos, la Iglesia nos ha concedido prepararnos a esa fecha con la celebración de un Año Jubilar. Queremos que sea una oportunidad para hacer memoria y testimoniar las maravillas que el Señor ha obrado desde que hizo surgir, como un sueño humanamente irrealizable, la idea de fundar un monasterio en el que su Corazón pudiera descansar y hallar amor consuelo y reparación.

Como resumen de lo que el día 1 de junio fue la inauguración de este Año Jubilar como acción de gracias al Señor, hemos pensado publicar, con su permiso, la carta que la madre carnal de una de nosotras nos mandaba,dos días después, como “crónica” del día. Dios os lo pague a todos. Vuestras Hermanas del Monasterio del Sagrado Corazón Cantalapiedra 

Lunes 3 de junio de 2019

Querida hija,

Solo unas letrillas para agradecerte a ti y a toda la comunidad, el día grande que vivimos el sábado con la apertura de la puerta que abre el Año Jubilar, que tantas gracias nos va a traer con toda seguridad.

El día comenzó con la emoción y las prisas para terminar todas las cosas que había que dejar hechas. Me había acostado tarde preparando unos detalles que os quería llevar y, aunque las 7:30 para vosotras debe ser ya media mañana, para un sábado civil es “madrugar”. Queríamos llegar pronto por si estabais por los locutorios y había oportunidad de veros; para coger sitio y porque parece que así cubres los imprevistos que nunca pasan, pero que angustias cuando quieres llegar puntual, como que se te pinche una rueda y esas cosas…

Siendo sincera, a priori, el Año Jubilar y la Puerta Santa, eran para mí algo un poco secundario. Lo que me movía a ir era poder compartir contigo algo que sabía que llevaba meses ocupando tus pensamientos, semanas ocupando tu tiempo y, posiblemente, días ocupando tus oraciones más íntimas.

Nada más llegar vimos que allí no paraban de entrar sacerdotes, la puerta del locutorio grande cerrada y nos salíamos a la carpa, entrábamos, volvíamos a salir… Hablar con unos y con otros. Allí estaba las hermanas externas, esta vez las cuatro, lo que ya iba anunciando algo excepcional.

Sor María de San José, nos decía que se iba a abrir el coro para que pudiera entrar más gente en la iglesia (vosotras estaríais en el coro alto), y cuál era tu silla, donde pasas tantas horas acompañando al Señor, para que nos sentáramos en ella.

Llega el Sr. Obispo, con su séquito pequeño, de curillas y seminaristas, tan sencillo….  El acto de la Puerta tuvo algún fallo de sonido; D. Carlos no anda el pobre muy sobrado de voz. La primera sensación: que hay poca gente, que la iglesia no se va a llenar. Se me encoge el corazón… “¡Qué pena!, con lo que han trabajado…” Dura poco. Se abre la puerta, todavía un poco fríos todos, y empezamos a entrar. ¿Poca gente? No se puede pasar de la puerta; todos los bancos ocupados y la gente obstruye en pasillo de la entrada. Objetivo: llegar al coro como sea; pero no podemos pasar y tampoco podemos abrirnos paso… Veo a papá que se cuela por un hueco y yo detrás, y detrás de mí el resto de padres de las hermanas, camino del coro. Conseguimos sentarnos en los bancos en segunda fila, centrados. Más que bancos, una tabla estrechita… Sin reclinatorio. Claro, esas rodillas en las horas frente al sagrario van al suelo.

El mundo pixelado se ve diferente, en pequeños cuadraditos. Qué fácil distinguir lo que hay delante de lo que hay detrás. Qué fácil compartimentar lo que se ve. Qué difícil tener una visión amplia. La mirada, sin querer, se va a ver por un cuadradito, sin palitos. ¿Hace eso la reja, una mirada pequeña, parcial, sin amplitud? Creo que no. Lo que hay que ver es enorme…: El cuadro, Jesús Eucaristía. Ahora es el momento de recordar algo sabido: ¡Cómo cambian las cosas según el punto de vista! Desde los bancos de la iglesia, llevo mucho tiempo preguntándome el por qué de ese cuadro. Desde los bancos es un cuadro anodino, no naíf, pero si una pintura como de dibujo de alumno aventajado de una escuela, sin matices, muy plano, con colores poco realistas… Pero, ¿Cómo tienen ese cuadro en el sitio más importante? Lo que ven más horas del día… Con una abadesa artista y ese cuadro….

Desde el Coro: todo ternura, todo devoción, todo Majestad, todo sencillez. Es imponente y abre la mirada. El cuadro se ve entero. No se ve en cuadraditos, no se ve por partes. Ayuda a ver el mundo y el Misterio que representa y el Amor que hay en la figura, en toda su amplitud, no pixelado, no por partes… ¡Cómo cambia la visión el punto de vista!

Qué tontería, ¿Verdad? Ni estábamos en tu banco, ni hay santidad por contacto ni nada de eso, pero sí hay otra mirada, un paso más de identidad. Me acuerdo de un día en casa con aquel sacerdote. Yo le decía: No sabes cómo me cuesta entenderlo (la clausura) y él, en lugar de las palabras de consuelo habituales de “está feliz”, “es su vocación”, “hay que respetarlo”… me dice: ¿Cómo quieres entenderlo si es algo sobrenatural?… No hay que entenderlo, hay que cambiar la mirada. Hoy empezamos.

Se acaba la Misa. Una foto del Sagrado Corazón para casa, que de casa no sale. Foto de los padres con la foto de madre María Amparo. Empieza la visita turística. Todo el pueblo quiere entrar en el coro, a ver cómo es. Muchas señoras mayores posiblemente no han tenido la oportunidad en toda su vida de entrar, y no se lo quieren perder. Las persianas del claustro bajan enérgicas, posiblemente por la urgencia de tapar la vista; todo el mundo quiere saber lo que hay detrás, qué hay dentro… y bastaría con que miraran el cuadro; ahí la vista es más amplia, pero se van al cuadradito de la ventana. Somos así.

Luego tertulia, ayudar en lo que podemos, mucha gente en el picoteo, intentando agradar, conversación social…. Comemos los padres, todos juntos. ¡Qué gente tan buena! Qué generosos, gente sencilla, muchas cosas se entienden. Ahora conocemos también mejor a sus hijas. “A todos les cuesta igual, que no eres especial.”

Nos vamos a la iglesia del pueblo. ¡Qué edificio! ¡Cómo ayuda la arquitectura! Como el cuadro…

Una charla sencilla, explica el Corazón de Jesús y sus símbolos, no es lo importante. La mujer que la da lo que más transmite es cuando habla de la Madre Amparo – le quita el artículo – su descubrimiento de madre Amparo. Cómo le ha ganado el corazón… Se nota al hablar cariño, admiración, afecto. Nos cuenta cosas, nos cuenta cómo ella ve sus cosas, se oye en una grabación la representación del sueño que vuestra fundadora tuvo de niña… nos cuenta anécdotas de la Madre y de la iglesia, del edificio, de la Virgen. Han puesto un Sagrado Corazón delante. Todo muy sencillo, pero muy de verdad. Hay mucha gente, la nave central bastante llena y algo en los laterales. La gente no se ha ido después de comer. La iglesia está fresquita, no queremos marcharnos. Cuando alguien habla apasionadamente de lo suyo, ¡Cómo engancha! Querrías oír más….

Nos consagramos a la Virgen, de rodillas. ¡Qué bonita la estampa! Y qué bonita la oración.

Al convento. La película. Es un éxito. Está narrada en un tiempo fantástico, no se hace larga, cuenta muchas cosas. ¡Qué valientes!, que bien hecha está… ¡Pero si hacen pastas! Se podrían dedicar al cine. Qué valientes las de antes y las de ahora, que audacia. Qué pobreza y qué obra. Me quedo admirada. ¿Se podría hacer eso ahora? ¿Cómo se fía uno de un sueño? ¿Cómo saber que no es un pájaro en tu cabeza? ¿De dónde sale la fuerza? ¿De dónde sale el dinero? A ver si es verdad que el Señor capacita; a ver si esto de la Providencia… Bueno, puede ser verdad, pero a Dios rogando y con el mazo dando. Y el Padre Arintero, siguiendo a las monjas y a veces guiando delante; y cien años después no se ha deshecho. ¿Será que es de Dios? Y una monja que dice: “¡He tenido un sueño, hay que fundar!” Y otras dos que la siguen hasta el final.

Por fin el locutorio; qué ganas de compartir; casi no hay hueco; casi no se oye; pero nos miramos, ella lo sabe y yo lo sé. Lo hemos hecho, hemos compartido mucho más que un día, con todo el corazón…. ¿Corazón?… ¿Dónde ha estado el Corazón de Jesús? ¿No era hoy el centro? Pero cómo preguntas eso…

No lo has visto. Se abrió la puerta de la intimidad del Señor, y has podido verlas a ellas al otro lado. El Espíritu Santo ha estado por todas partes… Ya no te acuerdas del madrugón, de las cosas de casa, de las preocupaciones…. El Señor se ha hecho presente como lo hace desde la Ascensión, a través del Espíritu Santo. Ya no se ha vuelto a aparecer como después de la Pascua (Como nos dijo nuestro párroco al día siguiente en la homilía…)

La alegría que teníamos todos, el espíritu renovado, las gansa de santidad, las expectaciones del año en que recibiremos tanto…

Aquí te dejo mi lista, Señor; la de la enfermedad, la de la ancianidad, la fidelidad y santidad de las almas consagradas, de la vida matrimonial, de cada una de las intenciones de estas hermanas, de las nuevas que entran mañana y próximamente. Yo te dejo la lista; haz lo que puedas y, si no puedes, “Venid a Mí los que estáis cansados y agobiados, que Yo os aliviaré” Ven Espíritu Santo.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

Un abrazo muy fuerte, hija, y muy unidas en el Corazón de Jesús.

Tu madre.